Cuidado con el diablo que nos arrastra e invita a los cambios. Porque de él no puede venir nada bueno. Los cambios deben venir cuando de ellos se desprende algo bueno para el hombre. Jesús, el único Maestro, nos lo enseñó cuando proclamó que no estaba bien respetar el sábado por encima del bien del hombre. Es el sábado en función y para bien del hombre, y no al revés.
Jesús nos enseña cuanto nos quiere el Padre, y nos declara su Amor de la misma forma que Él ha sido amado por el Padre. Pero nos exhorta a permanecer en Él guardando sus mandamientos. Y permanecer en Él guardando sus mandamientos significa cumplirlos y llevarlos a nuestras vidas. Por lo tanto, cuidados con los cambios que se suscitan en nosotros cuando estamos mirando más a los intereses del hombre que a su propio bien.
Separar, permitir, romper, desunir y buscar salida a nuestro propio ego para satisfacer nuestra soberbia, nuestro orgullo, nuestra actitud altanera ante los otros es vivir el desamor en lugar del amor. Entonces, todo lo que no sea amar como Jesús nos ama, es rechazar el amor del Padre.
Pidamos paciencia, humildad, valentía, sacrificio, abnegación, renuncia, morir a nuestras propias pasiones y egoísmos antes que posponer la Voluntad del Padre a la nuestra. Porque Jesús nos pide que permanezcamos en su amor guardando sus mandamientos.
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