No cuesta mucho imaginar esa misteriosa y hermosa oración de Jesús, asistido en el Espíritu Santo, con el Padre. Una noche de oración ante la tremenda responsabilidad de elegir los cimientos para fundar la Iglesia. Iglesia, que gracia a los elegidos, hoy tenemos la dicha de formar parte. Bendita y Gloriosa Iglesia de Jesús que, a lo largo de su vida, fundó sobre Pedro y sus apóstoles.
Benditos discípulos, constituidos en apóstoles tras aquella larga noche de oración, que fieles al mandato de Jesús han entregado sus vidas por continuar la misión salvadora que el Señor Jesús les entregó para nuestra salvación. Y bendita Iglesia, donde el Señor Jesús continua su misión salvadora a través de todos los que, aceptando ser sus discípulos en el Bautismo, le seguimos y proclamamos en el esfuerzo de vivir según la Voluntad del Padre, los mandatos que Él nos ha revelado y enseñado con su propia Palabra y Vida.
Damos gracia por esa maravillosa noche de oración del Señor. Damos gracias por sus enseñanzas, y le pedimos que nos dé la Gracia de saber orar y pedir lo que verdaderamente necesitamos según la Voluntad del Padre.
Te rogamos Señor que pongas en nuestros labios las palabras precisas que el Padre desea oír y no las que nuestros corazones apegados y egoístas desean pedir. Porque nosotros no sabemos lo que nos conviene, ni tampoco lo que conviene a los demás. Así, Padre, danos un corazón obediente y sumiso para aceptar y vivir según Tú decidas con, dónde y cómo. Amén.
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