Me lo ha dicho claro, muy claro. La Cruz es el único camino. Vanos serán mis esfuerzos en querer caminar en otro sentido, porque sólo me salvará el camino de la Cruz. Jesús ha transformado la muerte de Cruz en muerte de liberación. Muerte de Cruz por amor a todos los hombres, a pesar de los rechazos, de las cadenas, de las bofetadas, de los insultos y castigos.
Una muerte de Cruz aceptada libremente por amor según la Voluntad del Padre. Y ese es mi camino. No hay otro. Un camino de difícil recorrido, de renuncias y sacrificios, de oscuridades e incomprensiones, de amarguras y de muerte. Pero un camino bañado de gozo, del gozo del amor entregado en Aquel que ha venido y de la muerte, venciéndola, ha Resucitado para también nosotros resucitar eternamente en gozo y alegría en Él.
Pidamos confiados en la esperanza de ser escuchados y atendidos para, pasada nuestra pasión, injertados en el Señor, resucitemos a la Vida gozosa y feliz eternamente. Amén.
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