Sé que dentro de mí hay luz, una luz que Tú has prendido con tu Luz. Pero una luz que no alumbrará sí Tú Señor no la alimentas y la avivas. Por eso, Señor, mi luz depende de tu Luz y de que siempre esté cerca de Ti para alumbrarme en la oscuridad de mi camino.
Hay momentos que corro peligro de perderme, porque la oscuridad se hace densa y opaca e impide ver. Y siento miedo, sobre todo si, descuidado, me he alejado de tu Mano y retrasado un poco. También ocurre que a veces, distraido, me confunden esas luces brillantes que encandilan y lucen hermosas y atrayentes. Luces que invitan a acercarse y a dejarse llevar por ellas, pero que luego son como espejismo falsos que esconden vacío y muerte.
Dame, Señor, la sabiduría y la fortalece de permanecer en el camino pegado a tu Mano y en constante relación contigo para que la antorcha de mi corazón permanezca incandescente y viva alumbrándome y también dando luz a todos aquellos que se acerquen en mi camino.
¡Dios mío, gracias por tu Luz, porque con Ella podemos encontrar el Camino, la Verdad y la Vida!. Amén.
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