Seríamos vencidos fácilmente, porque en este mundo reina el Príncipe del mundo. Él tiene el poder de confundirnos y de tentarnos. Jesús se dejó tentar en el desierto y también nosotros seremos tentados, y de hecho lo somos, porque muchos lo experimentamos.
Conozco a personas que sufren directamente la embestida del Maligno, y al parecer el rezo del Padre nuestro termina diciendo... no nos dejes caer en la tentación y líbranos del Maligno. Amén. En lugar del mal por el Maligno. Es muy posible que así sea, porque a Él le ha sido concedido ese poder y a nosotros se nos ha revelado que sufriremos igual que el Señor.
Pero, por eso, no estamos solos. Se nos ha enviado el Paráclito, el Defensor, que nos asiste y nos ayuda a superar esas tentaciones y a dar testimonio del Amor del Señor. En Él vencemos. Te damos gracias Señor por permanecer con nosotros y por protegernos de las embestidas del Demonio. Nuestros enemigos, mundo, demonio y carne no descansan y nos acechan en cada instante para caer sobre nosotros.
Necesitamos la oración diaria y todos los medios que estén a nuestro alcancen. La Eucaristía es la mayor fortaleza que impide la entrada del Maligno en nuestra vida. Unámosno también a nuestra Madre, la Virgen, que fue ejemplo de firmeza y vencedora contra los poderes del mal.
Danos Señor la sabiduría, la fortaleza y la paz de cada día para sostenerme en tu presencia y superar todas las ocasiones que los peligros del mundo, el demonio y la carne se presentan en mi vida tentándome revestidos de piel de oveja pero como lobos furiosos dispuestos a devorarme. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario