Es muy importante valorar y reflexionar sobre lo que experimento en mi interior. Porque si me siento angustiado, triste o apesadumbrado, puede ocurrirme que no me he encontrado con Jesús. Sencillamente porque Jesús no puede ser eso, ni tristeza ni angustia, y mucho menos pesadumbre.
El Señor nos invita a permanecer en Él para que gocemos y vivamos la plenitud de la alegría. En Él reina la paz, y la paz está formada de alegría y gozo. Cuando alguien experimenta la paz está comunicando que se siente a gusto, satisfecho y alegre. Jesús no deja de recordarles la paz cada vez que se les aparece a sus discípulos. Paz que significa alegría y gozo.
Y los discípulos empiezan a saborear esa paz que nace de la esperanza de la Verdad y de la esperanza de la Justicia. Jesús es el Camino que nos conduce a la Verdad y a la Vida, y en Él encontramos la Paz Verdadera que nos llena de una alegría plena y eterna. Por eso, Señor, te pedimos la Paz. Esa Paz tuya que les ofrece a tus discípulos cada vez que te reunes con ellos, y esa Paz que tanto buscamos los que seguimos aquí esforzándonos por permanecer en tu Palabra y en seguir tus pasos.
Danos Señor el don de la alegría, que no consiste en reír sino en sonreír a la vida, aceptando las circunstancias y las pruebas que el camino nos depara, y a todos aquellos que solicitan y llaman a la puerta de nuestro corazón.
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