Es un camino extraño. Extraño a nuestra humanidad y forma de entender la vida. Nosotros sentimos deseos de vivir cómodamente, sin esfuerzo y divertidos. Es decir, queremos vivir en gozo y felicidad. Sin complicaciones ni sufrimientos. Es eso lo que realmente buscamos.
Sin embargo, pronto descubrimos que eso es una utopía. La vida se encarga de ponernos en su sitio. Tengamos la condición que tengamos, riquezas y poder. La salud no respeta ni sabe de privilegios ni estatus. El sufrimiento tampoco y la muerte menos. Hermanos menores, pero no por eso de menos consideración, la envida, soberbia y orgullo hacen que la vida se vuelva huraña, agria, triste e inaguantable.
Verdaderamente, superar todas estas dificultades nos exigen un gran esfuerzo hasta tal punto que sólo no podemos. Tendremos que buscar apoyo en Jesús. Él lo ha pasado y ha salido victorioso. Nos lo propone con su ayuda, pero nos cuesta aceptar, porque buscamos otro tipo de camino. Incluso, pensamos que tendremos que recorrerlo solo, porque el Señor parece que se nos esconde a veces. Y las dudas nos hacen ir perdiendo la fe y la confianza.
Necesitamos la fe y la confianza de abandonarnos en sus Manos. El Señor hoy nos habla de eso, y nos anima a caminar apoyados en su Espíritu. Ruega al Padre por nosotros, y le pide que nos ayude y proteja.
También, Señor, nosotros te pedimos ayuda y fuerza para continuar la lucha sin desfallecer. A pesar de nuestras dudas, oscuridades, desánimos y fracasos, empujanos, Señor, a seguir adelante sin titubeos ni desmayos, y con la confianza de que el resultado final será encontrarnos Contigo.
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