Tú, Señor, me conoces muy bien, y sabes que quiero entender muchas cosas. No es mi estilo decir amén a todo, sino que necesito pasarlo por mi cabeza para asumirlo y esforzarme en vivirlo y transmitirlo. No concibo proclamar algo que yo no esté convencido y dispuesto a vivir.
Por eso, Señor, te doy las gracias por el Espíritu Santo, y te pido que, en Él, me asistas y me des la luz que necesito para entender lo que Tú me has revelado y lo que me falta por saber. No me dejes solo ante mi insistencia y búsqueda de explicaciones. Explicaciones que puede aprovechar el Maligno para confundirme y desanimarme, y debilitar mi fe.
El tiempo es oro, y se mal gasta por muchos que piensan que les sobra. Despierta en ellos la luz de descubrir el peligro de dejar pasar el tiempo, porque quien no lo desaprovecha es el Maligno, que lo utiliza para atar bien a aquellos que desprovistos del Espíritu se presentan de forma inocente delante de sus garras. Y luego les costará salir en la medida que se han dejado atrapar. Es lo mismo, extrapolando el ejemplo, a los que caen en los vicios o drogas.
Danos, Señor, la Gracia de que el Espíritu Santo me consuele y me haga ver las cosas tal y como Tú las ves, y, abierto a su Gracia, me deje llenar de su Espíritu para poder actuar tal y como Él actúa, buscando la concordia, la paz y la comunión fraterna entre todos los hombres.
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