No parece la cruz lo que aparenta, porque en lugar de servirnos para doblegarnos y matarnos, la Cruz, desde la Muerte del Señor Jesús se ha convertido en Cruz y signo de Salvación. La Cruz representa el signo por excelencia, para los cristianos, de Salvación, porque por ella y en ella Jesús, el Hijo de Dios, con su Muerte y Resurrección ha ganado, para lo que creen en É,l la Resurrección Eterna.
Por lo tanto, nuestras cruces, aunque no cruentas, son oportunidades para alcanzar la Santidad y la Salvación Eterna. Y cruces hay muchas en nuestras vidas. Y de todo tipo, desde la enfermedad hasta la entrega a los necesitados y disminuidos. La Cruz es signo de triunfo sobre la muerte y cuando la abrazamos, abrazamos también la vida.
Por eso, Señor, hoy queremos pedirte que nos des la fuerza y sabiduría de abrazar nuestra peculiar cruz. La de aceptarnos tal y como somos; la de aceptar la enfermedad y los problemas que la vida nos presenta; la de entender y aceptar nuestro servicio y entrega a los que lo necesitan, sobre todo a los más desposeídos y excluidos. Y la de comprender que en la entrega y servicio a los demás cumplimos tu santa Voluntad. Amén.
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