Apoyados en Ti, Señor, encontramos fuerza, alegría y esperanza para continuar el camino. Y nos apoyamos en Ti, Señor, porque sabemos de tu presencia y creemos en tu presencia. Otra cosa sería atrevernos a camina solos. Conocemos tu Palabra y confiamos ciegamente en ella. Al menos eso queremos y deseamos. Nos fiamos de Ti, Señor.
Eso no significa que tendremos dudas y, en el camino, aparecerán dudas. Somos débiles como manifiesta Pablo en su carta a los corintios -12, 7-10- pero nos sabemos apoyados en Ti y seguros, a pesar de nuestras debilidades y tentaciones. Y, siguiendo el testimonio de Pablo, nuestra debilidad nos sirve para fortalecerno y afirmarnos en Ti, Señor.
Caminamos hacia delante, con dudas y tentaciones, pero seguros y confiados, y también alegres y esperanzados. Como ese magistrado y esa mujer que padecía flujo de sangre. Seguros que en Ti, Señor, encontramos la Vida, esa Vida Eterna a la que aspiramos. Compartimos esta vida terrenal y conocemos que es caduca. Tiene sus días contados, pero, caminamos y te pedimos, como aquella mujer y el magistrado, que con tu presencia y tu misericordia seremos devueltos a la Vida. A esa Vida Eterna a la que aspiramos.
Te damos gracias Señor por sostenernos en la fe. Y, te pedimos con toda confianza, que cada día, tanto al anochecer como al amanecer, nuestra fe sea acrecentada y renovada, para continuar la marcha tras tus pasos con la firme perseverancia de sabernos salvados para la Eternidad. Amén.
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