El camino no es fácil. Jesús nos lo ha advertido muy claramente y repetidas veces. Hay un camino angosto y otro ancho; una puerta estrecha y otra ancha. El camino angosto y la puerta estrecha representan las dificultades, los obstáculos, las privaciones...etc. Por el contrario, el ancho y espacioso nos permite vivir placenteramente, desvinculados de preocupaciones y problemas e indiferentes al sufrimiento de los demás.
Seguir a Jesús no es un camino de rosa, pues su andadura avanza por el camino angosto y la puerta estrecha. Nos lo ha dejado muy claro: "No es el discípulo más que su maestro; ni el esclavo más que su amo; ya le basta al discípulo con ser como su maestro y al esclavo como su amo". Ante estas dificultades y obstáculos hay que elegir. O seguir a Jesús u optar por el camino espacioso, ancho y cómodo instalado en y por el mundo y su príncipe. Tú y yo tenemos esa capacidad para decidir. Se nos ha dado con la voluntad y la libertad. Amaremos si queremos, o haremos lo contrario si optamos por lo contrario.
Sin embargo, tendremos que asumir nuestra elección y responder responsablemente. Tengamos claro el resultado y consecuencias que se derivan de nuestra elección. El Señor ha dejado muy clara su postura: «Por todo aquel que se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos; pero a quien me niegue ante los hombres, le negaré yo también ante mi Padre que está en los cielos».
Pidamos sabiduría y luz para saber elegir el verdadero camino. Un camino de Vida Eterna, porque todo lo que nos puedan ofrecer otros caminos que no terminen con Vida Eterna pierden todo su valor y todo su sentido, Pues, nuestra máxima aspiración es la plena Felicidad Eterna. Amén.
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