La personalidad de Jesús es admirable y seductora. Muchas personas se han enamorado de su Palabra y de su Mensaje, y muchos han decidido seguirle, pero, con eso no basta. Sólo con tener deseos, ganas y voluntad no nos vale, porque somos vencidos fácilmente por los poderes del mundo, demonio y carne. Necesitamos la fuerza de lo alto para, injertados en el Espíritu Santo, encontrar la fuerza y el poder de la Gracia y resistir las pruebas que el recorrido de este mundo nos pone como reto y dificultad.
Muchos son los que, después de una experiencia espiritual y encuentro con Jesús, salen ansiosos y entusiasmado y dispuestos a seguirle, pero, pronto, antes las dificultades y obstáculos del camino, se paran y retroceden. Una cosa es clara, en nuestro camino tras Jesús tenemos que tener muy claro que nos está permitido caer, para inmediatamente levantarnos. Lo que nos está prohibido es detenernos y retroceder. Siempre tenemos la Mano amiga del Señor que nos la tiende para darnos fuerza y empujarnos a seguir adelante.
Seguir a Jesús exige desprendimiento, y dejar todo lo que nos ata y nos impide seguirle. Hay muchas maromas que nos atan al mundo, al placer y a la buena vida, y nos impiden seguir al Señor. Para seguir al Señor necesitamos liberarnos de esas maromas, incluso en muchos momentos, familiares, que nos exigen cuidados y tiempo postergando al Señor. Necesitamos también discernir bien esas situaciones para responder adecuadamente a nuestro compromiso y vocación.
Danos, Señor, sabiduría, voluntad y Gracia para resistir a todas las dificultades, tentaciones y obstáculos que se interponen en nuestro camino e impiden seguirte poniéndote en el centro y primer lugar en nuestro corazón. Amén.
Danos, Señor, sabiduría, voluntad y Gracia para resistir a todas las dificultades, tentaciones y obstáculos que se interponen en nuestro camino e impiden seguirte poniéndote en el centro y primer lugar en nuestro corazón. Amén.
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