Sucede que muchos que están tan cerca y que escuchan y conocen la Palabra de Dios, persisten en su indiferencia y miran para otro lado. Eso no es nuevo, también sucedió en el tiempo de Jesús. En ciudades como Betsaida y Corozaín, donde Jesús hizo la mayor parte de sus milagros no se habían convertido. Y hoy sucede algo parecido. En pueblos de tradición católica, se celebra la fiesta religiosa, pero se permite el aborto, el divorcio y todo lo que de alguna manera es contrario al amor. Es decir, a la verdad y la justicia.
No se puede entender, o al menos es una contradicción que en España, con mayoría católica, se aprueben leyes contra la familia, el matrimonio, la vida y la educación. ¿Qué significa tanto fervor y piedad en semana santa? ¿Es eso reflejo de la fe? Pues, tal como está la situación parece que no. Por eso, sin mirar muy lejos también nosotros podíamos vernos reflejados en esas ciudades que fueron censuradas por Jesús como Corozaín y Betsaida.
Ante el descubrirnos impotentes y pobres para poder cambiar nuestros corazones humanos que aman de forma humana, pidamos al Espíritu Santo, disponiéndonos también nosotros a abrirnos a su Gracia, a dejarnos empapar por la luz del Espíritu Santo y transformar nuestros limitados corazones en corazones llenos de verdadero amor y generosidad. Y, sobre todo, que aumente nuestra fe. Una fe responsable, coherente y confiada, que nos mueva a seguirle y a dejar que el Espíritu actúe en nosotros y nos mueva a convertirnos. Amén.
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