Llevar una carga encima hace incómodo el camino. La experiencia nos descubre que no es cómodo caminar llevando peso encima. Ese mandato de Jesús: ‘Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa’ bien puede significar la responsabilidad de cada cual con cargar con su propia camilla. Es decir, con las respectivas cargas que la vida te presenta.
El peso de nuestros propios pecados nos joroba y, a veces, nos impiden avanzar. Se nos nubla la mente y la carga de nuestros pecados - malos pensamientos e intenciones - nos derriba y nos paraliza. Necesitamos, Señor, que tu mano nos aligere la carga.
Sin tu ayuda, Señor, la carga de nuestros pecados terminará por paralizar nuestra vida y dejarnos inmóvil en la camilla. ¡Ven Señor, y líbranos de nuestras parálisis para que, aligerados del yugo y la carga de nuestros pecados, podamos seguirte embriagados de esperanza y fe!. Amén.
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