Hay momentos, como me ocurre ahora, que me pregunto, ¿qué decirle al Señor? Le he dicho tantas cosas, le he pedido tantas cosas, que ya me faltan palabras. Ayer reflexionaba sobre cuando mis palabras se terminan y hablo con mi cuerpo... Sí, hay momentos que no ser que decir.
Pero ya nos dijo el Señor que no nos preocupáramos por las palabras, ni el por qué de lo que decir. Simplemente digamos, Padre nuestro... Porque nuestro Padre del Cielo sabe lo que necesitamos y lo que nos conviene. De todas formas, nos gusta, y creo que al Señor también, que le digamos Padre, necesitamos de Ti.
Otra forma de hablar, sería el silencio. Sí, también el diálogo es silencio, porque en el silencio y con el silencio se dicen y se entienden muchas cosas. José y María, los padres de Jesús, no destacan por sus palabras, y sí por sus silencios. En el silencio se descubren y comprenden muchas cosas.
Sí, permanecer en silencio delante del Señor. Se escucha y se descubre el camino por el que debemos andar. Siéntate, acomódante, cómodo, sereno y buscando la paz.
Estás delante del Señor, escúchale, permanece unos minutos en su presencia. Luego, cuando termines, si quieres, comparte tu experiencia en este lugar. Nos podrías ayudar mucho.
Hasta luego, un fuerte abrazo en Xto. Jesús.
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