Tú, Señor, eres el Hijo de Dios vivo. Lo creo firmemente; me empeño en creerlo con esa voluntad y libertad que Tú también me has dado. Y si no fuese así, ¿a dónde iría, Dios mío? Este mundo no ama; este mundo solo se busca y se goza en los placeres y gozos que aquí encuentra, y eso, para unos pocos nada más, porque la inmensa mayoría sufre más que goza.
Todo lo que aquí nos rodea es bueno, pero no es suficiente, se acaba. Y el hombre lo desvirtúa, lo utiliza mal, contra sí mismo, y se pierde. Experimento una aspiración mayor, de felicidad y eternidad, y eso no lo encuentro en este mundo. Sólo en Ti hallo la esperanza que anhelo y busco.
Por eso, Señor, porque Tu Vida llena totalmente mi vida; porque Tu Esperanza despierta la mía y la hace vida; porque Tu Amor llena de gozo mi ser y lo hace dichoso, porque Tú, Señor, eres lo que da sentido a mi vida y la sumerges en un mundo de esperanza, justicia y paz.
Porque Tú eres el Camino, la Verdad y la Vida. Y no sabría caminar de otra forma. Me perdería, me ahogaría, me encontraría la muerte. ¡Gracias Dios mío por el misterio de tu Amor!
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