No quiero hacerme preguntas, ni buscar respuestas, sólo quiero mirarte y seguir tu camino. No quiero pensar si mis fuerzas alcanzan para eso, ni si seré capaz de soportar tan grande esfuerzo, ni tampoco preguntarme por mi capacidad de sufrimiento. Sólo, Señor, quiero seguirte y no quedarme inmóvil.
Porque aunque mis fuerzas me fallen, mis sentimientos me digan que no puedo, mi voluntad se resquebraje, mis miedos me paralicen, yo Señor, quiero estar contigo. Sé que no puedo; sé que mi corazón quiere, pero mi cabeza me aparta y me lleva por caminos opuestos a los tuyos. Sin embargo, yo quiero.
Y eso es lo que ahora, en este momento, quiero pedirte. Es la hora de mi propio y particular Huerto de Getsemaní, quiero permanecer diciéndote que, aunque no me gusta ni quiero este humilde cáliz de mi vida, quiero cumplir tu Voluntad injertado en tu Hijo Jesús. Porque mis fuerzas son escasas, débiles, muy frágiles, limitadas, pobres, cortas... No podré hacerlo solo, necesito de Ti, la Vida de tu Gracia.
Dame la voluntad y las fuerzas de estar durante mi camino aquí en la tierra pegado y agarrado a tu Hijo Jesús, en el Espíritu Santo. Dame la capacidad para no desfallecer y permanecer en constante vigilia y oración. Dame la sabiduría de discernir lo bueno de lo malo, y de saber esquivar las acometidas y tentaciones de Satanás. Dame la constancia de no caminar solo, sino ir junto y en compañía de los demás, en y desde la Iglesia.
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