No quiero ser fuego que solo quema unas horas; no quiero ser camino que se ahoga en el río; no quiero ser voz que clama solo en primavera; no quiero ser discípulo del pan y pescado; no quiero ser semilla que cae en el camino o se deja ahogar por la maleza...
Quiero ser fuego que arde sin parar; camino que navega por ríos y atraviesa cañadas; voz que habla ahora y siempre, en primavera y en otoño; discípulo de hambre y sacrificio y semilla que fecunda la tierra y da frutos. Quiero ser, Señor, tuyo y caminar junto a Ti, desde el huerto de los Olivos hasta el monte Gólgota.
Quiero cargar con tu Cruz en la medida de mis fuerzas, porque sé que nunca me dejarás solo y tomarás el peso con el que yo no pueda. Dejarás para mí solo lo que esté en la medida de mis posibilidades. Por eso, quiero apurar todos mis talentos, aquellos que Tú mismo me has dado, para que cuando me reuna contigo, devolvertelos multiplicados, así sea en el esfuerzo y el riesgo de intentarlo.
Porque sé que Tú siempre estarás detrás de mí, sólo te importa la intención de mi corazón y la entrega voluntaria de mi libertad. Esa que también Tú me has dado gratuitamente. Tú lo sabes todo, Señor, y confiado en tu Misericordia y Bondad, yo me pongo en tus Manos.
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