Gracias Señor por María; gracias Señor por la Madre de Dios, que has elegido para hacerte Hombre y vivir entre nosotros. Gracias Señor porque María nos ha dejado el camino para abajarnos, para aceptarte y guardar todos tus misterios en nuestro corazón.
Gracias Dios mío por el regalo tan grande de darnos una Madre llena de humildad, de comprensión, de sencillez, de fortaleza, de prudencia, de caridad y de entrega. Gracias Señor por tener una Madre donde poder cobijarnos en las noches oscuras y desapacibles. Gracias Señor por tener una Madre cercana, atenta, llena de ternura y dispuesta a acompañarnos y darnos consuelo y ánimo.
Gracias Señor por tener un Madre que nos enseña a esperarte, a tener confianza en Ti, a confiar y aguardar con paciencia tus respuestas y misericordias. Y gracias Señor por tener un Madre que nos enseña a escucharte en silencio, y, sobre todo, a no desesperar aunque no entendamos tus caminos, ni sepamos que decirte ni responderte.
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