Se me agotan las palabras, también las ideas. Ahora me doy cuenta que Tú, Señor mío y Dios mío, ya lo sabías. ¡Claro, que se esconde a tu Omnipotencia y Sabiduría! Por eso me adviertes y enseñas que no me canse en buscar palabras y palabras. Tu Padre del Cielo sabe lo que verdaderamente necesitamos.
Pero, nosotros, los hombres, somos desobedientes, y nos gastamos y cansamos en rodeos y palabras que adornen nuestras peticiones y deseos. Pensamos, ¡siempre pensando!, que así a Ti te gustará más. Nos esforzamos en buscar palabras bonitas, pero quizás fallamos en hacer nuestra vida bonita, buena y en servicio de los demás.
Creo Señor que hoy, un día más, sigo metiendo la pata y buscando formas y palabras para decirte lo único que importa: "Sí", como lo hizo tu Madre María. Un Sí que implica acomodar mi vida a tu Palabra y a tu Estilo. Un Sí que compromete a vivir según tu Voluntad y no la mía. ¡Ah!, esa es la razón por la que nos aconsejas que no nos gastemos en tanto palabrerío, simplemente digamos todos juntos:
Padre nuestro que estás en los cielos...
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