Eucaristia: Alimento de vida eterna |
Es lo que todos buscamos, hartarnos hasta sentirnos bien y gozosos siempre, pero no de esos alimentos perecederos y que no nos quitan el hambre sino temporalmente. Queremos, Señor, ese alimento que Tú nos das y que nos sacia eternamente.
Pero no encontramos ese alimento que no nos empache y nos haga daño y que nos deje satisfechos y eternamente felices. Comemos y nos hartamos, pero en poco tiempo volvemos a sentir hambre, y si nos hartamos mucho, lo más probable es que nos sintamos mal.
Quisiera saciarme, Señor, pero de ese alimento que perdura y quita el hambre para siempre. Quisiera, Señor, comer ese alimento que me llena de paz, que me deja saciado y feliz, y que me quita la sed del mal y del egoísmo. Quisiera, Señor mío y Dios mío, llenarme de Ti, porque Tú eres el alimento que quita el hambre de la perdición y del mal.
Dame, Dios mío, el alimento que sacia toda mi sed y hambre de justicia, de servicio, de entrega y amor por los demás. Dame, Señor mío, esa fortaleza para hacerme yo también comida y alimento en Ti, para compartir y darme a los demás.
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