No permitas Señor que me confunda con el saber y la sabiduría, pues toda sabiduría viene de Ti. Y es el Defensor, enviado por el Padre en tu Nombre, quien nos enseñará todo lo que Tú nos has dicho y enseñado. Y nos lo irá recordando a través del camino peregrino de tu Iglesia.
No dejes que mi vanidad, ambición y soberbia me encumbra de honores, de halagos y suficiencia creyéndome en posesión de la verdad, porque esa sería la señal de todo lo contrario. Dame la humildad de ponerme en Manos del Espíritu Santo y de dejarme conducir por Él, porque es Él quien guiará a la Iglesia hasta tu regreso.
Te pido Señor la sabiduría de saberme pobre y necesitado de aprender, de aprender sobre todas las cosas del Espíritu Santo, y de todos aquellos donde el Espíritu quiera soplar. Dame la inteligencia y la capacidad de escucha de saber atender y recoger donde Tú, Espíritu Santo, hablas, diriges y mueves, y la voluntad y fortaleza de, habiéndolo escuchado, llevarlo a la vida. Amén.
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