Las cosas tienen un valor relativo. Me refiero a las cosas de este mundo. Así para unos el coleccionar sellos tiene un valor importante en su vida, y para otros, los llaveros le ocupan un tiempo importante de su vida. Cada cual da importancia y valor a las cosas que mueven y dirigen en cierta medida sus vidas.
Sin embargo, solo hay una cosa importante, y aunque para muchos pasa desapercibida, todos la tenemos, hasta lo más profundo, dentro de nuestro corazón. Y es la vida, y una vida de eternidad. Por supuesto que nadie quisiera morir ni tampoco sufrir. Una vida eterna y dichosa colma el ideal de toda persona.
Sin embargo, muchos de nosotros nos quedamos perplejos ante ese deseo eterno y su utopía. No lo creemos realizable, y nos resignamos a saborearlo, soñarlo en nuestro interior resignándonos simplemente a verlo pasar como el sueño más hermoso e inalcanzable. Pero, para nuestro asombro, a mejor, para aquellos que quieran asombrarse, hay una oferta que cumple esos objetivos. Muchos la conocen; otros conociéndola pasan indiferentes ante ellas, y otros no la conocen ni aceptan escucharla.
Supongo que valdría la pena enterarse de donde viene y en qué consiste. Nos jugamos todos nuestros sueños.
Señor, sólo Tú tienes Palabra de Vida eterna, y te pido por todos nosotros, por todos los que hacen oídos sordos a tus Palabras, para que despertemos a la necedad de valorar las cosas de este mundo y dejar pasar el Tesoro más valioso, que nos hace verdaderos hijos tuyos y coherederos con tu Hijo de tu Gloria. Amén.
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