Buscamos la paz y la tranquilidad en las seguridades que este mundo nos ofrece. Cuanto más bienes y riquezas tenemos experimentamos mayor inseguridad, porque a pesar de poder contratar más seguridades, también corremos más peligros de ser asediados y perseguidos por los que buscan riqueza y poder.
El mundo no tiene paz, o una paz inestable que se apoya en mentiras e hipocresías. Sólo la verdad es garantía de una paz estable y verdadera. Y Tú, Señor, me ofreces tu paz, una paz nacida de la Verdad que nos fortalece, nos vigoriza, nos da paciencia y serenidad.
Señor, dame la paz, el sosiego, la confianza infinita y la calma en todos los momentos de mi vida. En las horas más bajas, en el transcurso de esas noches tan oscuras y amargas. Cuando la paciencia se agota, la ira se asoma y la misericordia y el perdón no terminan de dar la cara. Que ningún dolor, violencia o preocupación me aparten nunca de tu paz, Señor.
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