Quiero y te pido, Señor que me des la sabiduría y la fortaleza en mi voluntad para permanecer en tu Amor. Para que de esa forma, tu Alegría sea mi alegría, y tu paz inunde y llena plenamente mi corazón. Soy consciente de la difícil que me va a resultar permanecer en tu amor en el camino de este mundo, pero no permitas que lo emprenda yo solo, pues fracasaría con toda seguridad.
El enviarnos el Espíritu Santo descubre que Tú sabes lo difícil que es para nosotros permanecer en Ti, y eso me da esperanza porque habla de tu Amor y de que estás pendiente de nuestros pasos. Nos proteges y acompañas. Gracias, Dios mío, por tu complacencia y misericordia.
Sé que lo difícil en el camino no es llegar, sino perseverar y caminar cada día en ese camino de relación diaria contigo. Orar y celebrar la vida en Ti Señor es la cuesta empinada de nuestra propia cruz que, en este mundo, se nos presenta a cada instante como prueba y lucha sin cuartel.
Y es que nuestro modo de amar y perdonar al prójimo no es solo cuestión de un rato, de una etapa en nuestra vida, de unos instantes, de hacerlo con ciertas y determinadas personas. Cuando me apetece o me sale del cuerpo. No, ese no es el camino que Tú quieres, y esa no es la forma de transmitir ni ser cristiano. Por ahí miento cada vez que me relaciono contigo.
¡Dios mío, qué equivocado estoy cuando pienso que puedo hacerlo yo solo! ¿Cómo caminar sin tu asistencia, sin tu ayuda, sin permanecer en tu Amor? ¡Qué bajo volamos, qué poco lejos llegamos, qué pronto nos cansamos... de Ti, Señor.
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