Nos suele ocurrir mucho en nuestra vida. Caminamos pensando más en nuestras cosas que en lo que ocurre en el camino. Y sucede que, parados a descansar, nos percatamos de que nos hemos perdido muchas cosas. Oímos hablar a otros y nos preguntamos donde estábamos nosotros que no nos hemos dado cuenta de todo lo que había y sucedía en el camino.
Y es que caminamos absorto y mirándonos en y a nosotros. Y en esa actitud se nos hace difícil descubrir y mirar a los demás. Nuestros intereses, objetivos, deseos y egoísmos acaparan mis prioridades, ¡y claro, no entran en mis planes quedarme en los últimos lugares!
De repente, llegados a una estación de descanso y reflexión, se nos hace observar que lo verdaderamente importante en el camino es el olvido. El olvido de uno mismo, y la mirada de atención y cuidado hacia el otro, al que camina a mi lado. ¿Qué ocurre? Mi camino va equivocado, lleno de cosas que al final no me van a servir para nada. He dejado lo más importante: "El Amor".
Padre del Cielo, te pedimos en Nombre de Jesús, tu Hijo amadísimo, que llenes nuestra mochila de lo único y verdaderamente importante: "de tu Amor". Amén.
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