Mi incapacidad para dejarme perdonar me paraliza Señor. Me asalta la duda del perdón, y me resisto a dejarme perdonar por los hombres. Hombres de carne y hueso como yo y tocados por el pecado. Sé que Tú le has dado ese perdón, pero sólo queda en mi saber, pues a la hora de aceptarlo me vienen las dudas.
No quiero pedirte pruebas que, como hiciste con el parlítico, me demuestren tu poder divino para perdonar los pecados, pero si necesito que cures mi parálisis de miedo e impotencia de sentirme perdonado. Dame la Gracia y la sabiduría de dejarme curar por tu Misericordia y perdón.
Sé, Señor, que tienes poder para perdonar los pecados, pero a mí me cuesta, no tanto saberlo que dejarme perdonar. Danos la luz de descubrir la necesidad que tenemos de ser perdonados, porque sólo en el perdón encontramos la paz y la fuerzas para amar y dejarnos amar.
Descubrir la necesidad de ser perdonado es descubrir que soy pecador. Y nada hay tan grande para mover tu Misericordia Señor que la súplica de un hijo que se reconoce pecador.
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