Yo no tengo la Gracia que tiene María, tu Madre, Señor. Ella alcanzo tu Gracia y Tú la llenaste de Ti. No hay mayor Gracia que la de ser elegida Madre tuya. Pero yo, Señor, aunque también me has creado por amor y te has hecho Hombre en María para acercarme y regalarme tu salvación, yo, Señor, soy un pecador.
Un pecador que no merece tu Gracia ni tu Misericordia, y sin embargo, Tú me la das y me la ofreces, Y lo has hecho sin pedirme ni siquiera opinión. No me has dejado ni opinar. Te has entregado, en tu Hijo, a mi entera salvación. Y sin embargo, me dejas en libertad y aceptas mi rechazo y mi negación a tu plan.
¿Qué hubiese sido de mí si María también te rechaza? Ahora sé valorar la colaboración y grandeza de María, tu Madre, al aceptar tu Voluntad. Yo, Señor, y Tú lo sabes, quiero también aceptar tu plan, lo que ocurre que, Tú también lo sabes, soy un miserable pecador y te decepciono a cada momento.
Quiero aprovechar este momento para pedirte que me des la Gracia suficiente para, como María, tu Madre, corresponder a tu Amor y ser capaz de seguirte. No simplemente de Palabra, sino también con mi vida, con mi ejemplo, con mi testimonio, con mi trabajo, con mi servicio, con mi humildad, con mi entrega, con mi aceptación y sacrificio... Ayúdame Señor.
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