No, Señor, ni lo intento. Eres muy grande para entenderte y meterte en mi cabeza. Cada vez que pienso quien ha hecho este mundo en el que vivo y donde hay tantas maravillas, me quedo perplejo y sin palabras. No, no puedo entenderlo, Señor. Pero es qué hay muchas cosas dentro de él que tampoco logro entender. La técnica me sorprende y me deja bobo. ¡Cuántas maravillas!
Pero, sí, hay una cosa que me habla de Ti, y me descubre tu presencia: "Mis ansias y búsquedas de felicidad". Quiero ser feliz, pero no sólo un rato, un espacio de tiempo. Quiero ser feliz siempre y para toda la vida, esta y otra. No quiero morirme y quiero vivir siempre.
Entonces descubro que ese deseo que mora en mi corazón y me consume moviéndome en su búsqueda, lo has puesto Tú. Porque Tú eres Eterno e Inmensa Felicidad. Y porque, razono, es de sentido común, eso si cabe en mi cabeza, que si me has creados lo hagas para siempre. No seria tan bueno crearme para luego dejarme morir para siempre.
Además, lo dices y lo prometes: "Quién cree en Mí se salvará". "He venido para darle vida en abundancia". Y eso coincide con lo que yo busco y quiero. Y eso no me lo da el mundo, ni se encuentra en el mundo. Sólo Tú, Señor eres el Dueño y Señor de todo lo creado, y también de la vida y la muerte.
Gracias Señor por darme la fe de creer en Ti, y la razón para fortalecerla, pues en ella también te descubrimos y encontramos. Y te pido que alumbres a este mundo que, de espaldas a Ti, anda en tinieblas.
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