No es muy atrayente el proyecto de vida que nos propone el Señor. Pero no nos engaña, y eso es ya una muy buena señal. Nos advierte y nos lo dice muy clarito. Seguirle será ir contra corriente, porque los hombres que se entregan a este mundo piensan de manera diferente al Señor.
Ellos no dan nada gratis y todo supone un contra prestación e intereses. Si no es así, se retira y se niega. Así que eso de amar sin pedir nada a cambio no entra en sus cálculos. Pero además molesta que eso se proclame y se divulgue, porque puede despertar en otros, interés y extenderse de forma que sea difícil aplicar sus criterios.
Llevan a su favor que el hombre está tocado, tocado por el pecado y su humanidad es débil y frágil. No se resisten a la tentación del dinero, del sexo, de la buena vida y comodidades, y todo eso le pervierte y le aleja del dar sin pedir nada a cambio. De dar sin recibir, es decir, de amar. Esa clase de amor exige renuncias hasta el punto de olvidarse de sí mismo por los demás.
Es imposible atravesar ese camino sin acercarse a Jesús. Él no ha venido de vacaciones, ni a pasarlo bien. Ha nacido y se ha mezclado entre los hombres para salvar a los hombres de esta difícil misión. Amar sólo es posible si estamos en, por y con Él. Solos nos perdemos y nos gana el mundo de forma fácil. En Él seremos fuertes y venceremos. Para eso ha nacido.
Señor, danos la Gracia de, como los pastores, escucharte y caminar hacia tu encuentro. Danos la sabiduría de adorarte como en Belén y dejarnos conducir por tu Espíritu para que siempre estés naciendo, cada día, en nuestro corazón.
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