Aparentemente tu duermes Señor, pero solo en apariencias, porque Tú nunca dejas de vigilar por mi seguridad y mi salvación. Quizás sea yo quien tiene mi fe dormida, y desconfío y desespero en tu presencia y poder. ¿Cómo pensar y temer que contigo y en tu presencia me puede pasar algo?
Calma Señor las tempestades de mi vida, y líbrame de los vientos que amenazan con llevarme de un lado para otro ofreciéndome tesoros y riquezas que sólo son espejismos y apariencias caducas. Y dame la sabiduría de ir siempre en tu barca, porque sólo en ella estaré seguro y salvo de las influencias demoniacas y mundanas.
Mantén despierta mi fe Señor, y, a pesar de los huracanes y tsunami que azotan mi vida, lléname de paciencia y de serenidad para saber sostenerme de tu Palabra y de tu Alimento. Que nunca deje de llamarte y de despertarte si mi barca zozobra y amenaza con hundirse, y que siempre tenga esa confianza de saber que Tú has venido, enviado de tu Padre, para calmar las tempestades y vientos de nuestras vidas.
Señor, me apunto a salir contigo desde esta orilla de mi vida hasta la orilla que Tú me quieres llevar, porque contigo Señor llegaré a cualquier lugar que Tú me propongas. Y lo que Tú propones, Señor, es lo mejor y lo que más me conviene.
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