No podremos conocerlo sin hablar con Él cada día. No podremos sentir deseos de seguirle si no aumenta nuestro conocimiento de su Persona. ¿Cómo vamos a seguir a quién no conocemos? Necesito oración, diálogo, silencios de escucha y paciencia para, abierto a su Palabra, escucharla y aceptarla.
Eso respeto a lo que concierne a mi esfuerzo y por mi parte, pero, ¡no basta sólo con eso! Necesito abrirme y disponerme a la acción del Espíritu Santo, porque mi capacidad no llega a comprender ni entender la Palabra del Señor. Jesús nos lo promete antes de su ascensión a los Cielos. Nos conoce y sabe de nuestra poca capacidad, y nos lo envía para que nos asista y nos enseñe todo lo que nos falta de entender.
Pero nos pone una condición: "Permanecer a su lado, seguirle y abrir nuestros oídos a su Palabra y a sus enseñanzas. Y eso, para nosotros, significa estar en permanente contacto a través de la oración, oración en silencio; oración en la familia; oración en el trabajo; oración en el ocio; oración en y a cada instante de nuestro vivir diario. Porque cuando tratamos de vivir según su Palabra estamos orando.
Y en esa medida iremos conociéndole y ajustando nuestra vida a su Vida. En la escucha atenta a su Palabra y en la visita Eucarística de su Alimento. Sólo así iremos escuchándole, oyéndole, siguiéndole, entendiéndole y esforzándonos en vivir nuestra vida a su estilo y obra.
Pero sobre todo, abiertos a su Gracia, porque sólo en Él, con y por Él seremos capaces de encontrar el camino de seguirle. Pues, Él es el Camino, la Verdad y la Vida.
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