No se trata Señor de lo que a mí me convenga, ni menos de lo que a mí me parezca, porque yo soy egoísta, pecador, y, porbablemente, barreré para mi casa infringiendo los derechos de los demás. Se trata de que vivamos en los derechos y justicia que Tú nos has traído de parte de tu Padre. Porque eso, aunque nosotros no lo comprendamos, son los verdaderos derechos y la verdadera justicia que nos conviene.
Sólo tu Palabra es perfecta, y, por consiguiente, tus derechos y justicia, proclamados a todos los hombres por Ti, son los que nos convienen y los mejores para la convivencia de todos los hombres. Gracias Señor por tu Amor, porque al darnos esos derechos y justicia nos eleva a la dignidad de hijo.
Sólo un Padre así, bueno y bondadoso, cuida de sus hijos de esa forma. Nos protege, nos defiende y nos ofrece compartir tu Gloria como hijos adoptivos hermanados, por sus méritos, a tu Hijo Único y Verdadero Jesúscristo.En Él nos hacemos coherederos de tu Gloria, Padre, por los méritos de su Cruz. Amén.
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