Quizás no necesite verte Señor, me fío del testimonio de los apóstoles a través de tu Iglesia, y también del testimonio de muchos otros en el tiempo, pero experimento que esa buena intención no me basta, porque mi debilidad es manifiesta y me carne me corrompe y me somete.
El mundo, en el que vivo y convivo, me seduce. Los ambientes están lejos de Ti. No te aceptan y se resisten a tu Palabra. Te excluyen de sus vidas y te toman por tu Palabra de respetarles la libertad. Sus metas es vivir la vida de este mundo y, dominados por Satanás, están ciegos y sumidos en la oscuridad. Ahí me encuentro yo, y me siento solo, débil y arrastrado por esa corriente egoísta y autoengañada que distorsiona la realidad.
Necesito una fe más sólida, más consistente, más cercana, más animada por tu presencia, por tus llagas y costado, por tu Cuerpo y Sangre del cual me alimento cada día. La lucha es constante y a cada instante. Necesito un corazón fuerte que, a la compasión añada fortaleza y equilibrio ante la condena a muerte de tantos niños inocentes en el seno de sus propias madres y por hambre y frío.
Necesito un corazón que aguante el sufrimiento y soporte la impotencia de vivir injusticias sin desesperar ni desfallecer. Un corazón que entienda mis fracasos, mi fragilidad, mi inocencia sin derrotarse ni abandonarse a dejarse llevar por la corriente. Un corazón que, en medio del caos y el desamor, sepa permanecer en el amor y en la esperanza de que Tú estás ahí y acompañas mis pasos.
Aumenta mi fe Señor y dame la Gracia de entregarme por tu amor, y amor a los hombres, según tu Voluntad. Amén.
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