Necesito que me limpies de mis lepras, Señor, porque nadie podría hacerlo sino Tú. Quiero asistir a tu Banquete y sentarme, respondiendo a tu invitación, a tu lado para comer Contigo y ser limpio por tu Gracias y Misericordia.
Porque me he perdido por mis pecados y he abandonado tu redil. Soy oveja perdida tal y como nos dices en la parábola de hoy, y te doy gracias por tu búsqueda y cuidados que demuestran tu Amor. Gracias, Señor, por la esperanza de sentirme acogido y buscado; por sentirme parte importante de tu rebaño y salvado en él.
Gracias por la alegría y la fiesta celebrada por encontrarme. Gracias Señor porque estando contigo experimento la seguridad de sentirme protegido y salvado. No permitas que la tentación y el pecado me empujen a salirme del redil de tu Amor y salvación. Amén.
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