No permitas, Señor, que pierda el ritmo de tus pasos. Dame la agilidad de estar siempre a tu altura y no perderte de vista. Mueve mi corazón para que lata según el Tuyo y viva de acuerdo y según tu Palabra. Fortaléceme para perseverar con firmeza entre los obstáculos, peligros y tentaciones que el mundo me tiende.
Tú sabes, Señor, que mi corazón quiere llevarte y guardarte como oro en paño. Tú, Señor, eres mi vida y centro de mi camino. Ya, siendo joven, e impulsado por el Espíritu, compartí, en una oración carismática, que Tú eras el centro de mi vida y representabas todo para mí, hasta el punto de, sin Ti, perder el sentido de mi vida. Y hoy, muchos años después, a pesar de haber pasado mi noche ciega y oscura, te doy las gracias por descubrirme en tu presencia esforzándome y perseverarando en tu Palabra.
Dame, Señor, firmeza y voluntad para continuar con paso firme por ese camino que me lleva a Ti. Gracias por el gozo de estar en tu presencia, y de compartir mi vida, que es Tuya por la libertad que me has dado, contigo. Te pido Señor paz, sabiduría y fortaleza para continuar en esta lucha por el camino que conduce a Ti, superando las dificultades y peligros que me acechan.
No dejes que mi apatía, mis pecados y mis apegos me puedan y duerman ante la sorpresa de tu venida. Sostenme bien despierto y vigilante para que cuando decidas venir, Señor, esté atento y preparado esperándote. Amén.
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