Tenía sólo 26 o 27 años cuando escribí una reflexión sobre los acontecimientos del mundo de aquellos momentos. En mis comienzos en la Blogosfera fue uno de mis primeras reflexiones, que transcribí tal cual la había publicado (Me ahogo). Han pasado 42 años y la situación sigue igual o peor. El mundo no encuentra la paz. Y no la encuentra porque, la paz, no está en el mundo.
Sólo la podemos encontrar en el Señor. Él es el Camino, la Verdad y la Vida, y sólo en Él la podemos encontrar. Jerusalén, que dio la espalda al Señor, sigue padeciendo esa búsqueda inútil de buscar donde no se encuentra. Fuera del Señor no existe paz, porque el hombre, instrumento de paz, está tocado por el pecado y sometido a la esclavitud de las apetencias, malas inclinaciones, egoísmos, envidias, ambiciones de poder...etc.
Sólo en el Señor podemos limpiarnos y liberarnos de esas inmundicias que nos esclavizan y nos enfrentan a una lucha fratricida y de muerte. Pidamos al Señor que nos dé la sabiduría de saber encontrar la paz en el regreso a Él, porque sólo volviendo nuestro corazón al Señor podemos liberarnos de los egoísmos que nos esclavizan y nos enfrentan a muerte.
Danos, Señor, la luz de sabernos instrumentos de paz y de que en la medida que cada hombre encienda la luz de la paz en lo más profundo de su corazón, se hace la paz en el mundo. Porque no depende la paz sólo de ti o de mí, sino que la paz es asunto de todos.
Por eso, sólo en el amor fraternal encontraremos la solución a sembrar la paz en el mundo. Una paz que en nuestro Padre Dios se hace posible, y fuera de Él no existe. Amén.
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