Tú, Señor, vives entre nosotros. Otra cosa es que nosotros estamos todavía buscándote en otros lugares. Quizás buscamos según nuestra lógica en las cosas terrenales que nos atraen, que pensamos nos dan gozo y felicidad, pero que terminan por dejarnos vacíos e insatisfechos. A veces nos perdemos y cansados dejamos de buscarte. El mayor peligro es resignarnos a no encontrarte y perderte para siempre.
No dejes que eso ocurra Señor. Dónde quieras que estés danos señales de vida, de tu presencia, porque nosotros creemos lo que Tú hoy nos dices en este Evangelio: El Reino de Dios viene sin dejarse sentir. Y no dirán: "Vedlo aquí o allá", porque el Reino de Dios ya está entre vosotros.
Ilumina nuestra mente, Señor, para despertar de nuestra oscuridad y descubrirte dentro de nuestro corazón. Tú vives en cada uno de los hombres que abren su corazón a la Luz de la Verdad, y nosotros queremos abrírtelo para que reines en nosotros por el Espíritu Santo. En Él seremos libres para responder a tu Amor en el amor a todos los hombres.
Sabemos que Tú Reinas entre nosotros y que por la Muerte, entregada voluntariamente, de tu Hijo Jesús, hemos sido salvados, redimidos y liberados del pecado que nos esclaviza y nos condena. Pero también sabemos que todavía estamos en camino, y el camino se hace duro, pesado y llenos de sacrificios y luchas que tratan de apartarnos de la ruta que lleva a tu Casa.
Danos la sabiduría, la Gracia y la fortaleza para no apartarnos, pese a las dificultades y obstáculos, del camino que conduce a tu Reino, Señor. Amén.
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