Madre nuestra |
Igual que en aquella ocasión le dijiste a los sirvientes: "Hagan lo que Él les diga", y todo para sacar de un apuro a aquella familia que celebraba la boda de sus hijos. Hoy, Madre del Cielo, te pedimos que le digas a tu Hijo que nos transforme nuestro corazón de piedra en un corazón de carne y lleno de amor.
Porque queremos ser eso, todo corazón para servir y amar. Estar presto y pronto para acudir a la llamada de quien nos necesite y disponible y solícito para colaborar en actitud de servicio. Y te lo pedimos porque sabemos de nuestras comodidades, de nuestras perezas, de nuestras indiferencias y apegos.
Sabemos que nosotros no lo conseguiremos por nosotros mismos. Necesitamos tu intercesión y tu humildad, y tu obediencia. Tú, ejemplo de sencillez, de silencio, de escucha, de obediencia y de disponibilidad, danos tu fortaleza y perseverancia para caminar siempre sin volver la mirada atrás.
Sabemos que no es fácil, pero confiamos con esperanza en tu intersección y compañía. Eres la Madre, y corredentora con el Hijo por la Gracia de Dios. Tu presencia nos conforta y nos anima a seguir tu mismo camino hasta el pie de la Cruz. Madre del Cielo, ruega por nosotros.
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