JOSE Y MARIA CAMINO DE BELEN |
Porque, a pesar de las dificultades y fatigas que el caminar encierra, sé que Tú, Espíritu Santo, caminas conmigo y estás dispuesto a entrar en mi vida y en mi acción concreta para asirme y levantarme de todos aquellos tropiezos que el propio caminar me presentará como obstáculos.
De entrada sé que no es fácil. ¡Ninguna cruz es fácil!, ya lo he aprendido de Jesús, nuestro modelo y nuestra referencia. Todo camino necesita de una constante superación y renuncia. Renuncia a caminar por donde me apetece y se me presenta más fácil; renuncia a ir solo y sin la compañía de aquellos que piensan diferente a mí; renuncia a no dejarme acompañar por lo que, quizás me necesiten, o yo los necesite, y renuncias a encerrarme y guardarme para no darme a los demás.
Caminar hacia la Casa del Padre se hace en muchos momentos cuesta arriba. Subir significa esfuerzo, porque toda subida implica lucha y trabajo. El panorama es desolador y alimenta muchas dudas, pero en la medida que empieces a caminar experimentas un empuje y un ánimo que no llegas a descubrir de donde sale, pero notas que está y que te empuja.
Sin lugar a dudas, no vamos solos. Él, el Espíritu está con nosotros y no nos va a dejar nunca, se lo pidamos o no, porque Él quiere más que nosotros que caminemos y que sigamos las señales que Jesús nos dejó para llegar a la Casa Buena del Padre. Sin embargo, si tu le abres tu corazón, el empuje que sentirás será más intenso, más vigoroso, más fuerte y notarás que puedes, y que puedes ayudar a que otro se deje también empujar por Él.
¡Ánimo y adelante! Sigamos caminando, pues ha nacido el Niño Dios dentro de nosotros.
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