Nuestra Señora de la Esperanza. Santuario de Onda, |
Y muy limitada. ¡Cuántas cosas no comprendo! Camino en un mar de dudas y los secretos y misterios de este mundo son insondables para mi pobre cabeza. Mi vida se desliza por el filo de una navaja, pues los peligros me acechan por doquier.
Hay muchas tentaciones para dejarme llevar por la corriente plácida y dulce de la vida contemplando y creyendo lo que simplemente veo y llego a comprender y, sobre todo, aquello que me habla en clave de mis apetencias e intereses. ¡Sí, realmente la vida parece hermosa y maravillosa así vivida!
Pero, ocurre algo muy horrible y trágico, la vida se acaba, es finita y todo lo que prometía felicidad y gozo se ve pronto envuelto en tragedia y vacío. Vuelve la desesperanza y el sin sentido. Todo lo que era deja de ser y la realidad se vuelve espejismo.
Entonces abro mis ojos y solo estás Tú, mi Dios y Señor. Sigo sin comprender, pero estás Tú. Todo lo demás es vano, se desvanece y desaparece. Sólo quedas Tú. Y mi corazón se enciende, se abre y se llena de gozo y felicidad. Era realmente a Ti a quien buscaba. ¡Qué ciego estaba! Tú llenas mi vida de esperanza, de dicha y felicidad y le das sentido.
Sí, realmente es así, mi mente es finita, pobre y limitada, y no llega a comprender muchas cosas que me pregunto. Sin embargo, me doy cuenta que no tengo por qué desconfiar de Ti, pues si eres capaz de crear este mundo real, hermoso, inmenso y lleno de misterios, ¿por qué no puedes hacerte Hombre y ser concebido por el Espíritu Santo en el seno de María?
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