Es eso lo importante y lo coherente. Porque nos pasa que solemos aparentar lo que no somos. Adoptamos caretas temporales y circunstanciales según nuestras apetencias e intereses, y no somos lo que queremos aparentar ser. Por eso, hoy, la Palabra de Jesús nos impele y descubre los signos de apariencias con los que tratamos de mentir a los demás.
Y eso no se transmite, o transmite todo lo contrario de lo que queremos transmitir. La verdad no se puede dar cargada de mentiras, porque no hace efecto sino daña y perjudica. Por eso y para eso tenemos al Espíritu Santo, que nos asiste, que nos infunde ciencia, sabiduría y fuerzas para llevar a nuestras vidas la Palabra del Señor.
Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y encienden en nosotros la llama del amor. Envía, Señor tu Espíritu y nuestros corazones serán creados de nuevo.
¡Oh Dios!, que iluminas los corazones de tus hijos con la Luz del Espíritu Santo, haznos dóciles a tu Espíritu para gustar siempre el bien y gozar de tu consuelo, por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
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