para no permanecer quieto a tus Palabras y tus mensajes. No permitas que mis oídos cansados y cómodos se cierren a tus Palabras. Agita mi corazón, despiértame de mis sueños y abre mis oídos para que mi alma se levante y se ponga en camino.
En camino de justicia, de paz, de solidaridad, de disponibilidad, de compartir y de amar. Levántame, Señor, y haz que mis pies me muevan, y que mi corazón palpite al ritmo de mis latidos y los impulsos del Espíritu. Necesito apresurarme y correr al paso de tu Voluntad.
No permitas que me desespere, pues presiento que mis pasos no van al ritmo que yo quisiera. Ni tampoco consiguen los frutos y resultados que deseo y que, pienso, Tú esperas de mí. Me invade un sentimiento de fracaso, de frustración y me siento abatido y desanimado.
Levanta, Señor, mi pobre espíritu y dame las fuerzas para continuar el camino, junto a otros que también lo recorren y sienten lo mismo. Danos esperanza y alegría para, apoyados en Ti continuar la marcha, como José, María y el Niño, hacia nuestro Egipto particular.
En Ti, Espíritu Santo confiamos y nos apoyamos. Amén.
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