Al final de nuestro camino estaremos solos. Solos porque nadie podrá acompañarnos ni hacer nada por nosotros. Ahí estaremos perdidos y nadie nos encontrará ni podrá salvarnos. Es entonces cuando entenderemos estas palabras que hoy nos dice Jesús.
Sólo el Buen Pastor, nuestro Padre Dios, podrá estar con nosotros y acompañarnos en el atardecer de nuestra vida para darnos protección, ternura, comprensión, misericordia y amor. En Él encontraremos el sosiego y la paz y la luz que nos seguirá guiando por toda la eternidad.
Es reconfortante y esperanzador espera en estos días, ya próximos, la celebración del nacimiento del Buen Pastor. Ese pastor que pastoreará nuestra vida si somos las ovejas obedientes que obedecen a su amo y le siguen. Un Pastor que busca el bien de sus ovejas y que pastoreen libremente en la verdad y la paz. Y que no dudará en dar su vida por cada una de ellas cuando se encuentren en peligro.
Señor, dame la sabiduría de saber estar siempre entre las de tu rebaño, y de acudir todas las tardes a tu redil y no dejar de entrar por esa puerta estrecha que Tú nos indica, porque, aunque a veces nos cuesta encontrarla, es la única que nos promete y asegura la eternidad en plenitud. Amén.
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