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No lo sé Señor, pero me temo que mi fe y confianza en Ti no sea la que Tú esperas de mí. Sí, me digo que creo y confío en Ti, pero luego experimento que mi vida no va acorde con esa fe y confianza que digo confesar. ¿Para qué engañarme? No podré esconderme de Ti.
Y por mucho que me esfuerce no logro aumentar ni un pelo mi confianza y mi fe. Mis esperanzas están puestas en tu Gracia y Misericordia. Dependo de Ti, mi Señor, y te suplico que aumentes mi fe y confianza. Hoy me hablas de lo que te ocurrió con aquel magistrado que depositó toda su confianza en Ti, y te pidió confiado en que resucitaras a su hija.
También, me cuentas lo que hizo aquella mujer invadida por flujos de sangre que, confiada en tu poder, se propuso tocarte con la esperanza de ser sanada. Y lo consiguió. ¡Y yo, Señor!, ¿qué me propongo hacer? ¿Me voy a quedar quieto, paralizado y en silencio? ¿O voy a ponerme en camino, a avanzar y arriesgarme con la esperanza de tocarte y ser despierto a la fe y la confianza en Ti?
Quizás sea un buen momento ese III encuentro de Blogueros en Valladolid. ¿Tendré allí una buena oportunidad de poder tocarte?, ¿o de pedirte que aumentes mi confianza y fe en Ti? No lo sé, pero el hecho de empezar a caminar y tratar de asistir puede ser una buena señal de que quiero tocarte. En la confianza de que podré alcanzarte voy a ponerme en camino.
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