Quiero alimentarme de Ti, Dios mío. Sé que eso supone desprenderme de otros alimentos, que me parecen en apariencias necesarios, pero no lo son. Sólo son apariencias, pues Tú eres el Pan de Vida que salta hasta la Vida Eterna. Vivir y estar en Ti supone que todo lo demás será agregado por añadidura, pues tu alimento nos dará la vida integra, tanto la material como la espiritual.
Bien, es verdad, que tendremos que buscar, que esforzarnos, pero en la confianza que encontraremos lo necesario para la travesía de cada día. Miramos los pajarillos del campo, que no se cuidan ni se preocupan que comerán y siempre encuentra lo necesario. Sí, observamos que buscan, se esfuerzan y trabajan por buscarlo y encontrarlo, pero siempre lo encuentran.
¿No somos nosotros más valiosos para el Señor? ¿Cómo entonces nos va a abandonar nuestro Padre Bueno del Cielo? Tengamos confianza en el Señor y, sin bajar los brazos y con el sudor de nuestra frente, busquemos, primero, el verdadero alimento en el Pan y Sangre del Señor, que lo demás nos será dado por añadidura.
En Ti, Padre Bueno del Cielo, ponemos todas nuestras esperanzas y a Ti nos encomendamos como referencia y móvil de nuestra vida, para que cristificados en tu Hijo Jesús seamos capaces de seguir sus pasos, verdadero alimento de nuestras almas.
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