Agarrados al Señor |
Nadie quiere morir, y cuando alguien lo prefiere, decimos que está loco, porque la inclinación del hombre es conservar la vida por encima de todo. Mientras hay vida, hay esperanza, y no hay mayor valor que la propia vida. ¡Claro!, vivir en el gozo y la felicidad. Sería absurdo vivir en el sufrimiento y la angustia.
Y no tiene sentido, Padre bueno, que nos hayas creados para, después de un tiempo, acabar en muerte. Estamos llamados a la Vida Eterna. Es eso lo que sentimos y todos deseamos, pero somos libres para elegirlo y toda elección exige unas condiciones, un precio y un camino.
Tú, Señor mío, eres la Resurrección y la Vida, y yo siento en lo más profundo de mi corazón tu llamada a ser eternamente dichoso en tu presencia. Aumenta mi fe y lléname de esperanza, porque la fe en Ti me dará la Resurrección Eterna, pues has dicho: "Quién cree en Mí, aunque haya muerto, vivirá eternamente.
Como Marta, quiero decirte, Señor, que Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo. Dame la firmeza, la sabiduría y la voluntad de empeñarme en seguirte y no dejar tu camino aunque no te entienda, te escondas o parezca que llegues tardes.
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