Porque no veo mis pecados y sí veo enormemente grandes los pecados de los demás. Me sujeto a la norma y a la ley, pero olvido la misericordia para con el hombre. Y somos salvados en tu Misericordia, Señor. Porque sin ella, ¿qué sería de nosotros?
Dame, Señor mío, la sabiduría y la paciencia para discernir y entender que el hombre es lo más grande por Ti creado. Lo has hecho imagen y semejanza tuya, y estás encarnado en cuerpo y alma dentro de todos aquellos que abren su corazón a Ti. Si Tú nos perdona, ¿cómo nosotros no vamos a perdonar también?
Somos tan osados y atrevidos que sometemos a los demás a las leyes y normas sin pensar que para nosotros las aplicamos de forma más suaves y flexibles. Perdonanos Señor y convierte nuestro corazón en un corazón semejante al Tuyo, capaz de amar y perdonar como Tú lo haces con cada uno de nosotros.
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