Perdona Señor mi osadía y mi ignorancia; perdona mi presuntuosidad y mi atrevimiento; perdona mi arrogancia y mi vanidad. Porque, Señor, sabiendo mi condición humilde de esclavo y siervo, todavía tengo la osadía de pedirte recompensa y que me sirvas en muchas cosas que necesito.
Y, si no la recibo, me enfado y te amenazo con darte la espalda. Sí, Señor, muchos de nosotros, empezando por este que escribe, hemos experimentado esos deseos de rebeldía y de sentirnos mal tratados cuando no hemos recibido lo que creemos merecer. Nos hemos sentido mal cuando tus planes no son nuestros planes y te hemos pedido cambiarlos. Y si no ha sido así, nos hemos evadido con cierta indiferencia y disimulo.
Perdónanos Señor, porque siendo esclavos y siervos hemos pretendido ser servidos y recompensados cuando ya nuestra recompensa era cumplir con nuestras obligaciones y deberes para contigo. Ten, Señor, Misericordia con todos nosotros porque no merecemos ni ser tratados como esclavos, pues no hemos estado a la altura siquiera de esa servidumbre.
Danos, Señor, un corazón humilde y manso para sentirnos lo que verdaderamente somos y ser agradecidos con lo que ya hemos recibido gratuitamente. Simplemente por amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario