Hay muchas cosas que nos alegran y celebramos: cumpleaños, santos, bautizos, bodas, premios...etc. A cada acontecimiento importante en nuestra vida corresponde una celebración. Descubrimos entonces que la vida es un celebrar y encontrarse a cada instante.
Nos encontramos con un amigo, y celebramos ese encuentro. Un café, un abrazo, una sonrisa, un diálogo... de cualquier forma, una fiesta. Porque el hecho de ser fiesta no significa que tiene que celebrarse de la misma manera o forma. También celebramos las penas y tristezas, aunque de forma más melancólica y angustiosa, pero a fin de cuentas son diferentes formas de celebrar.
Los creyentes en Jesús celebramos su encuentro con Él, porque encontrar a Jesús significa encontrar la Vida, la felicidad y el gozo eterno. Descubrir este hallazgo valioso, este tesoro, es descubrir que la vida en sí es una pura y constante fiesta. Es la Fiesta de la Salvación.
Por eso, hoy, llenos de gozo y alegría, nos unimos en una Fiesta eterna de cantar alabanzas y gracias al Padre del Cielo por habernos entregados al Pastor, su Hijo Jesús, para cuidarnos, protegernos y llevarnos al redil de su rebaño donde seremos felices.
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